Trozos de mí
Hace unas semanas que pinté mi habitación y con ello decidí hacer una limpieza a fondo de todo lo que sobraba en mi habitación. Es increíble la cantidad de porquería que somos capaces de acumular en tan poco tiempo...En mi caso reconozco que soy muy sentimental con los objetos, me da pena tirar según que cosas porque me recuerdan a cierta época o porque me las ha regalado cierta persona...O porque costaron mucho dinero, lo que explica mi reticencia a deshacerme de mis libros de texto ¡del instituto!, por no hablar de los de la Universidad (he llegado a encontrar apuntes de asignaturas de 1º de carrera...)
Sin embargo llegó el momento de dejarse de tonterías liberar espacio y deshacerse de cosas que probablemente jamás volveré a usar (como el diccionario de latín o "El discurso del método" de Descartes) ni me servirán para nada (como mi vieja calculadora científica). Algunas cosas irán al reciclaje, otras las intentaré vender por eBay, otras en tiendas de segunda mano y lo que no se pueda colocar o regalar de ninguna manera irá a la basura.
Entre tanta tralla y trastos inútiles, encontré una cajita que tengo desde hace unos diez años, y que durante este tiempo he ido llenando de cosas que pertenecían a diferentes épocas de mi vida, y que contenía un poco de todo esto:
Decenas de cartas recibidas en mi adolescencia (pero ninguna de amor, sniff...)
Unas fotos de carnet de mi época de “Betty la Fea”
La entrada de cuando fui a ver “Vicky Cristina Barcelona” en New Haven (USA) 10'50 dólares. No fue para tanto.
Sellos
- Una latita de Nivea con monedas extranjeras y pesetas.
Otra entrada de cine de hace unos años. Tantos que ya ni se ven las letras. En serio, guardo mucha mierda.
Tarjetas de salida de una disco a la que iba antes y que ya no existe. 3 euros.
Mi cédula de inscripción consular caboverdiana, de cuando el Estado español aún no reconocía mi ciudadanía española, a pesar de haber nacido y vivido en este país toda mi vida. Tuve que esperar a los 14 años para tener por fin el DNI, mientras que hoy en día le dan automáticamente la nacionalidad a cualquier mindundi...
Dos calendarios de bolsillo de 1992 y 1998 respectivamente.
El resguardo de la beca que presenté en el 2004
Una tarjeta con chip para llamar por cabina de antes del euro. 1000 pesetas.
La tarjeta descuento de uno de los supermercados donde trabajé.
Una calcomanía de Vaca y Pollo (?)
Un minimapa del metro de París con la foto de un jugador de rugby sin camiseta. Este lo guardo...
Tickets del metro de París, Valencia, Madrid y Lisboa que no sé por qué conservo pero que ahí estaban.
Un pendiente huérfano y sin tuerca. Pa' la basura.
Entradas de la Expo de Lisboa del 98, la Tour Magne de Nîmes, la Iglesia de St Michaelis en Hamburgo, el Empire State, el Museum of Science de Boston y el Museo Van Gogh en Amsterdam. La del Museo de Ana Frank se me perdió, snifffffff.
Mi carnet del autobús escolar
Mi carnet del primero año de Universidad
Mi carte Navigo de París
Un conjunto de boli y pluma que me regalaron con 14 años por participar en un concurso de redacción de Coca Cola (no gané, pero me bebí una Coca Cola por la gorra)
El resguardo del carnet de conducir, en su fundita con el logo de la autoescuela.
Una invitación para el Aqualandia de Benidorm sin utilizar.
Mi primera nómina del primer trabajo que tuve a los 18, por un valor de 720€ netos. Quien los pillara hoy en día...
Dos menús de una boda y una comunión a las que asistí hace más de diez años y que no sé por qué guardo, teniendo en cuenta que no guardo ningún parentesco con las personas que las celebraron. Aunque tras revisarlas he llegado a la conclusión de que la tarta Comtessa (ahora Vienetta) no puede faltar en ninguna celebración que se precie.
Recortes de la Super Pop y la Bravo de hace unos 12 años, con fotos de actores y cantantes que me gustaban.
Felicitaciones de cumpleaños hechas a mano por mis compañeros de clase.
Fotos de carnet arrancadas de documentos caducados.
Postales de Estambul, Valencia, Toledo y Nueva York enviadas por amigos y conocidos.
Muestras de perfume tan caducadas que probablemente contengan radioactividad.
Postales de Mirandela y Chaves (Portugal), Mallorca, Valencia, Montpellier, Nîmes, París, Hamburgo, Boston y Nueva York, y que nunca llegué a enviar.
Fotos de varios cumpleaños de mi infancia.
Disquetes con trabajos de clase y los drivers de un ratón para el ordenador.
Una libreta que tengo desde los 15 años y que contenía, entre otras cosas, la receta de las crêpes (dulces y saladas), las direcciones postales de mis amigas de León, los deberes de latín del 30 de noviembre del 2000, la bibliografía de un libro de texto, un resumen sobre la duración de la batería de mi móvil en diciembre de 2002, con fechas y hora, apuntes de Lingüística de un día que se me olvidaron los folios, la foto del actor que salía antes en Rex (y que estaba muy bueno) y notas varias. Lo más desconcertante del contenido de esta libreta es una lista de dos páginas con los teléfonos móviles de unos 15 tíos, acompañada de descripciones del tipo “este está bueno”, “le gusta U2”, “cachitas”, “de Bilbao”. En serio, ¿de dónde demonios salió esto????? Juro por la cobertura de mi móvil que no lo recuerdo para nada.
Talvez algún día tenga que comprarme una caja más grande donde meter más recuerdos inútiles, pero eso siempre será una buena señal.
Porque aún no he ido a ver el Coliseo...